Camila Neves, fotógrafa profesional de surf, dispara para Surfline, Liga Mundial de Surf y Revista Surfer. Describe cómo el desamor la llevó a una carrera en las olas y cómo estuvo a punto de morir en el trabajo.
Tenía un novio surfista y empecé a fotografiar surf como hobby. En 2012, nos separamos y pasé por un momento muy difícil. Decidí salir de Brasil y un amigo cercano me sugirió ir a México.
Sin ningún plan, embarqué en aquel vuelo con destino a México. Mi única misión era salir de mi ciudad en Brasil. Necesitaba un cambio de aires y comenzar el proceso de sanarme.
Surfear olas siempre me había dado un sentimiento de felicidad y dirección. Pero cuando llegué a México, el surf medio ya no me traía la alegría o la felicidad como antes, sólo más recuerdos oscuros de mi pasado.
Entonces, un gran oleaje se dirigió directamente a México. Nunca olvidaré ese momento, fue la primera vez que vi olas "de verdad" en mi vida. Fue una emoción inexplicable cuando me di cuenta de que estaba filmando con una sonrisa en la cara y lágrimas en los ojos. Ese fue el momento en que me di cuenta de que esto era lo que quería hacer el resto de mi vida.
Ese día tomé una imagen del surfista profesional de olas grandes Greg Long e incluso ahora, es una de mis fotos favoritas que he capturado. Esta foto me abrió las puertas del mercado profesional.
Creo que la clave para conseguir la foto perfecta es probar distintos ángulos, luces, fondos, primeros planos y mantener la mente abierta. Entrena tus ojos para encontrar algo diferente. Para mí, una foto perfecta es cuando creas una composición con los elementos del lugar en el que estás y la luz de ese momento.
Puedes tener la última cámara y objetivos profesionales, pero si ese día no estás conectado contigo mismo e inspirado, no podrás captar esa imagen que llega al alma de la gente. A finales de 2012 me robaron todo mi equipo en Hawai. Un amigo me prestó una Canon 7D básica y un objetivo 100-400 mm. Cuando necesitas equipo, puedes disparar con cualquier cosa.
Cuando fotografío olas grandes, cada ola que veo a través de mi objetivo me recuerda el impresionante poder del océano y lo vulnerables que somos, como humanos, en este escenario indómito.
Cada día aprendo a fotografiar olas. Las grandes olas son mi pasión y mi centro de atención, y me recuerdan constantemente lo extremadamente importante que es estar en sintonía con la maravilla que es el océano. Me recuerdan constantemente lo importante que es ser cada vez más humilde. Conectar con las personas y las situaciones.
Cuando fotografío olas grandes, cada ola que veo a través de mi objetivo me recuerda el impresionante poder del océano y lo vulnerables que somos, como humanos, en este escenario indómito. En 2013, estuve a punto de morir en un accidente de navegación en Tahití mientras fotografiaba olas de entre 6 y 8 metros de altura.
Una ola golpeó el arrecife en una dirección inesperada que levantó la embarcación en la que me encontraba, casi volcando. Me dañé un riñón y sufrí una hemorragia. También me fracturé tres vértebras de la parte baja de la espalda. Si mis vértebras fracturadas se hubieran movido 2,8 milímetros más, me habría dañado la médula espinal y me habría quedado parapléjico.
Todo fue grabado por una cámara. Puedes verlo a continuación.
La naturaleza es impredecible y trabajar entre su impresionante poder puede suponer un riesgo muy alto. La recompensa no es tangible, sino de gratitud espiritual.
Ahora mismo, estoy en la fase de planificación del diseño y la publicación de un libro de tapa dura. Puedes encontrarme en México fotografiando esas olas de las que me he enamorado. Sígueme en Instagram @cacaneves y echa un vistazo a mi portafolio camila-neves.format.com.
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