El fotógrafo Andrés Solla se acerca a los improvisados campos de refugiados de Calais con una mirada compasiva.
Para muchos solicitantes de asilo, Calais es la última parada. Esperan que la ciudad, situada en el norte de Francia, les permita acceder a Inglaterra a través del túnel del Canal de la Mancha hasta Dover.
Cuando llegan allí, descubren una estricta vigilancia policial y los campamentos improvisados de tiendas de campaña conocidos como "la Jungla". La zona alberga a miles de refugiados que huyen de la violencia de países como Siria, Eritrea, Somalia y Afganistán.
Hace poco, el gobierno francés ha tomado medidas enérgicas en "la Jungla" y desplazando a sus habitantes. El Reino Unido presiona para que se vigile más la situación, que provoca inmigración ilegal, bandas de traficantes y muertes de inmigrantes.
En su serie titulada "Última frontera", el fotógrafo español Andrés Solla relata su viaje de enero de 2016 a los campos de Calais. "Concibo 'la Jungla' como una especie de cárcel", dice. "Hay miles de personas atrapadas en Calais y ninguna de ellas quiere realmente quedarse. La esperanza de ir más allá se hace tan imposible como volver atrás".
Solla pasó tiempo con los residentes del campamento. "Hablar durante horas en sus tiendas compartiendo comida y bebida es la mejor manera de darse cuenta de lo cálida y acogedora que puede ser la gente de allí a pesar del mal trato que reciben de gran parte de los medios de comunicación y de las duras condiciones que viven, sobre todo en invierno."
"Basé mi trabajo en cómo todas estas condiciones afectan psicológicamente a las personas que viven en "la Jungla" durante varios meses. ¿Cómo es estar tan cerca y tan lejos al mismo tiempo? Tu nombre, tu edad y tu pasado apenas importan ya. A pesar del asombroso sentimiento de comunidad que puedes experimentar en "la Jungla", hay una cierta pérdida de identidad y una fuerte sensación de aislamiento compartido."













Andrés Solla Cartera